martes, 8 de marzo de 2011

UN DÍA EN TODO EL AÑO

 

Publicación de Mallagray

Lucía Mallagray[1]

 

Según el sitio web de la ONU, el Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo, es una fecha que celebran los grupos femeninos en todo el mundo. Esa fecha se conmemora también en las Naciones Unidas y es fiesta nacional en muchos países. La elección de la fecha en sí, se remonta a la lucha de los movimientos en pro de la paz surgidos entre 1913-1914, vísperas de la primera guerra mundial. En ese entonces, las mujeres rusas celebraron el último domingo de febrero de 1913, su primer “Día Internacional de la Mujer”.

En el resto de Europa, se celebraron mítines en torno al 8 de marzo del año siguiente para protestar por la guerra o para solidarizarse con las demás mujeres. En 1917 las mujeres rusas escogieron de nuevo el último domingo de febrero para declararse en huelga en demanda de “pan y paz”. Cuatro días después el Zar se vio obligado a abdicar y el gobierno provisional concedió a las mujeres el derecho de voto. Ese histórico domingo fue el 23 de febrero, según el calendario juliano utilizado entonces en Rusia, o el 8 de marzo, según el calendario gregoriano utilizado en otros países.

Parece que las mujeres tenemos un día. Un solo día en todo el año, durante el cual los medios hablan de ellas, los políticos que gustan de las vanidades conmemorativas, pronuncian discursos en su honor y, nos felicitan por ser mujer en la calle cuanto transeúnte varón se nos cruce. En ese día, nos atormentan los noticieros del mundo con porcentajes “reales”, de la situación de la mujer en diferentes países y culturas. Además, nos recuerdan que la mujer no es igual que el hombre, que la mujer –más que el hombre- sufre el desempleo y la precariedad laboral, que a la mujer se le paga menos, con escaso reconocimiento en los principales ámbitos de la sociedad.
Quizás este día sea importante para que la sociedad tome conciencia de la precariedad e inestabilidad que sufren muchas mujeres en muchos países del mundo. No olvidemos la débil representatividad de las mujeres en la política, así como el pequeño porcentaje de ellas en el ejercicio del poder. Estadísticamente las mujeres en el mundo son más pobres que los hombres y  poseen un porcentaje de menor acceso a la educación básica. Tenemos que saber que muchas de ellas son jefas de familia y por lo tanto el único sostén económico del hogar.
En Jujuy, nuestra provincia, un acto claro y discriminatorio contra las mujeres se manifestó con la aprobación de la Ley de Cupos, el 25 de noviembre del 2010. La Ley 5.668 que "no modifica la situación de discriminación histórica de las mujeres en la política, sino que legaliza lo que ya viene ocurriendo", afirmó la activista María Inés Zigarán. Las mujeres, dijo, ocuparán un lugar decorativo en las listas, y en la mayoría de las comisiones municipales del interior   "la presencia de las mismas será casi nula". Ésta es una de  tantas situaciones arbitrarias que vive a diario la mujer jujeña, además de otras desigualdades comparables a cualquier pueblo del mundo, sobre todo en los países menos desarrollados.
Ha pasado un año más en la lucha por conseguir la igualdad de derechos con el hombre. Y me pregunto, ¿cambiarán los tiempos? ¿Las mujeres son apreciadas o valoradas tanto en el ámbito privado como el público? Ser mujer, ¿constituye una discriminación pasajera? ¿O es sólo circunstancial?
Los discursos sobre la mujer sobreabundan, de las mujeres se habla sin cesar, para decir lo que son y lo que deberían ser. Desde diferentes disciplinas como la filosofía, la literatura, las artes plásticas, la publicidad. A la mujer se la pinta, se la esculpe, se escribe sobre ella. Hoy las paredes de las ciudades, las revistas, la televisión, internet, etc. están plagadas de retratos de “mujeres-objeto” pero, ¿qué nos revelan esas imágenes sobre sus vidas y sus sueños? Hoy la mujer es un objeto de deseo, de consumo.
Va mi mensaje de aliento a continuar en la lucha, como historiadora de las mujeres y sobre todo como mujer que siente y piensa un mundo para todos, de igualdad de derechos, de respeto y solidaridad. Cada una desde el lugar que ocupe en la sociedad, como dirigente, académica o ama de casa, sabe que es lo que nos corresponde. La lucha no es contra el hombre, sino contra el modelo patriarcal, que nos encasilla en roles muy rígidos y estructurados culturalmente. Esto, históricamente y aún hoy, nos ha quitado la posibilidad de volar alto o, simplemente ¡ser mujeres!



[1] Lic en Historia. Especialista en Historia de Género.

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